Mientras todos están observando la evolución de la industria de la inteligencia artificial como el nuevo unicornio de negocio en el siglo XXI, hay una industria que ya conoce sus secretos. Una que siempre va por delante del resto, porque mueve miles de millones al año a pesar de tener que filtrarse por los recovecos del sistema. Una en la que nadie parece trabajar, pero que es consumida por cada vez más personas. Hablamos, por supuesto, del porno, y de todo lo que lo rodea en esta nueva era de Internet. La pornografía, el erotismo y el sexo explícito tienen un lugar preponderante en la propia creación y expansión de la red de redes. Las nuevas tecnologías siempre han llegado antes al porno, y la Inteligencia Artificial no es una excepción. Desde hace años, este tipo de bots y aplicaciones generativas ya se han utilizado para la creación de vídeos, mensajes publicitarios, etc…
El porno siempre lleva ventaja porque es una industria que mira constantemente al futuro, donde todos están acostumbrados a reinventarse. Los más veteranos, de hecho, han visto pasar toda la época del VHS, los DVDs, la edad de oro en los videoclubs y el salto a Internet. Sobreviviendo, adaptándose, buscando la manera de aprovechar al máximo las nuevas ventajas que estas tecnologías nos ofrecen. Eso se traduce en un crecimiento exponencial de una industria que siempre está en el punto de mira, pero que es capaz de sobreponerse a cualquier tipo de contratiempo. El porno ha cambiado mucho en estos años, pero en realidad, su esencia sigue siendo la misma: chicas preciosas teniendo sexo delante de una cámara. Las actrices son el mayor activo de una productora y ellos lo saben, así que tratan de cuidar muy bien a sus estrellas. Sin embargo, el mundo del porno es también una industria rápida, que consume a sus participantes a un ritmo vertiginoso, con un lado oscuro más que evidente. Han sido muchas las pornstars que, tras dejar su carrera en el cine para adultos, han terminado renegando de las escenas que grabaron. Motivos hay muchos, pero hoy queremos profundizar un poco más en cómo estas actrices se han querido desligar de lo que un día fue su propia vocación.
Lana Rhoades
Es seguramente una de las pornstars más reconocidas de los últimos años. Su angelical rostro, sus imponentes curvas y su intensidad ante la cámara han hecho de ella un icono dentro del porno. Y es que Rhoades ha sabido aprovechar muy bien su talento sexual para convertirse en toda una estrella, aunque luego haya renegado públicamente de todo aquello. Apenas un año le bastó a esta norteamericana para dejar su impronta en la industria del cine para adultos, donde rodó numerosas escenas. Tras retirarse, comenzó su carrera como influencer y creadora de contenido. Ha sido entrevistada en numerosos programas, donde no ha tenido pelos en la lengua a la hora de afirmar que ha protagonizado escenas muy duras ante las cámaras. Tanto que le han dejado serias secuelas, físicas y mentales, de las que todavía se está recuperando. A pesar de su éxito en el porno, Lana admite que no hay dinero en el mundo que pague por esas traumáticas experiencias.
Mia Khalifa
Ha sido uno de los mitos del porno en la última década, una joven de belleza exótica y carisma natural que ha encandilado a todos. Khalifa es una de esas actrices porno que han logrado incluso traspasar la barrera con el negocio comercial, convirtiéndose en un icono de Internet más allá de sus vídeos. La joven entró en la industria después de ser descubierta en Miami, mientras trabajaba como camarera. Su intermitente carrera le ha hecho protagonizar decenas de escenas, retirarse varias veces y volver, como actualmente, controlando su propio contenido en su cuenta de Onlyfans. Khalifa también es diseñadora, presentadora y locutora de su propio show radiofónico, además de colaborar con medios deportivos. La joven admite que ha sufrido todo tipo de ciberacoso por culpa del porno, y que hoy por hoy hay muchas escenas que no rodaría. Advierte a las chicas que empiezan sobre los peligros de implicarse demasiado en la industria, ya que como se suele decir, te marca de por vida.
Jessie Rogers
El caso de Rogers podría ser absolutamente paradigmático en lo que al porno se refiere. Una chica joven y bonita que decide entrar en la industria con apenas 18 años para ganar algo de dinero rápido y fácil. Una vez dentro, la presión de las productoras la obliga a trabajar de manera incansable en la grabación de películas, e incluso a realizarse ciertas cirugías de las que no tarda en arrepentirse. Cuando Jessie sale de todo ese mundo admite que en muchas ocasiones se ha sentido abusada por la poca sensibilidad de los productores, directores e incluso compañeros de reparto. El porno no deja de ser ficción, y la acción que se ve ante la cámara se exagera, pero hay ciertas prácticas que no se pueden fingir y que pueden dejar evidentes secuelas. La actriz ha llegado a oponerse por completo al porno y a formar parte de una asociación en la que se pide la ilegalidad de este tipo de entretenimiento. No se puede decir al menos que la ex actriz no hable con conocimiento de causa…
BiBi Jones
Con Bibi Jones traemos otra de las principales razones que llevan a una chica a dejar el porno y tratar de alejarse por completo de la industria: formar una familia. En su caso, esta joven rubia, la típica vecinita del al lado que enamora a cualquier chico estadounidense, comenzó muy pronto grabando escenas bastante fuertes. Sin embargo, en apenas dos años decidió que aquello no era para ella, y dejó por completo los rodajes cuando conoció a su pareja. Quedó embarazada y prefirió alejarse del ambiente de la industria del cine para adultos, que consideraba poco adecuado. Además había otra razón de peso: su trabajo estaba lastimando a sus familiares, que no veían con buenos ojos lo que Bibi hacía ante la cámara. Era su vida, sí, pero prefería no dañar a sus seres queridos solo por conseguir un poco de dinero fácil.
Erin Moore
La ex actriz porno Erin Moore ha sido una de las más beligerantes en contra de la industria que un día le sirvió como trampolín. La chica comenzó a trabajar en escenas explícitas con 21 años y llegó a rodar casi un centenar de ellas antes de cansarse. En su caso, la propia experiencia le sirvió para abrir los ojos, ya que no se sentía valorada ni estaba dispuesta a seguir soportando todo lo que aguantaba en los rodajes. Moore alzó la voz posteriormente para denunciar que las actrices eran maltratadas en los rodajes, que se las trataba como basura y que cuando ya dejaban de “servir” eran marginadas. El hecho de quedar marcada de por vida por esas escenas, que se pueden encontrar rápidamente por Internet, hace que sea muy complicado salir de esa espiral. Por eso, Erin siempre advierte a las chicas antes de iniciarse en el porno, porque todo trae consecuencias.